Una historia de amor de 42 años…

Será posible que nos amen en la tierra como Jesús nos ama desde el cielo. Me preguntaba esta noche y ahora confirmo. En la medida en que yo me ame como Jesús me ama, así podré recibir el amor que Dios ha guardado para mí en la tierra. Esta es mi historia.

A mis 42 años he vivido, he conocido el amor en todas sus formas. He llorado, he reído a carcajadas y con timidez. He sentido la soledad en todas sus facetas, he lastimado y buscado perdón, he conocido la traición en todos sus orígenes, las emociones que me alejaban del amor y me acercaban más al dolor fluctuante que te arranca la vida. Fui y aún soy un poco tímida, más la curiosidad y mi anhelo de conectar fue y sigue trabajando con romper eso. A veces un poco insegura, pero confiada al mismo tiempo de que en parálisis no puedo ser yo, y que caminando aprendo. Me desafío cuando sé que creceré, y he aprendido a soltar dejando un poco la piel, consciente de que cada parte de mi está diseñada para volver a nacer.

Entraba y salía de ti, cuando siempre a mi lado estabas. Tu mundo, eran esos destellos fugaces de paz y remanso donde descubrí que me hacías feliz pero todavía no había madurado como para asumir que yo te pertenecía, y que en ti era mi lugar.

Luché con mis propias fuerzas por mis anhelos, hoy todos perdidos y transformados en realidades que transcienden mi entendimiento pero que llenan mi corazón. No fue hasta que lo entregué todo, y como hoja en blanco u hoja de otoño, morí para reescribir una historia de amor.

Muchos no entendían mi corazón, más tu siempre confiado de lo que sí sabias y habías dispuesto en mí, lo guardaste con tu tesoro en medio de las grandes tempestades. Aún en mi ignorancia de ti, no sucumbí a la tentación de mancharlo, más lo agrandé y lo humillé para dar a comprender el amor tan inmenso que siento cuando amo, sin importar los pedazos que algunas veces tuve que recoger para volver a mí.

Nací en medio de un carnaval, nombrada por la injusticia como ejemplo de entrega, cargada de emociones encontradas y un profundo sentido de solidaridad y servicio. Las cualidades que diste a mis padres para inculcármelas a mí, honrada y agradecida de cada una de sus vivencias que hoy marcan lo que soy y lo que dejo en la tierra, mi descendencia. Siempre a mi lado, en mí y sobre mí.

Pero esto se trata de ti, y de cómo a mis 42 años he muerto para volver a nacer. Una mujer que en su trayecto por el mundo tuvo la oportunidad de utilizar tus dones para restaurar y en el proceso restaurase a sí misma cada día. Una mujer intencional en amar, en perdonar, en confiar, en humildad y bondad, más siempre aceptando lo que es y reconociendo que sola nada, más contigo todo.

Recuerdo cuando pude experimentar uno de los momentos más impactantes de mi vida, el conocerte de la manera en que tú elegiste, en el ambiente que me habías enseñado a amar. Entre montañas descendiste, mientras al pie, de rodillas te esperaba. Inundaste mi ser, restaurando mi espíritu con finos hilos de oro mientras ibas transformando cada parte de mi cuerpo. Como una espectadora viendo mi propia película, navegando por los mares de tu amor. Entre el rojo torrente de mi sangre pequeños destellos cegaron mi humanidad y dieron paso a tu luz, allí morí, recibí la paz y acepté mi destino.

Unos meses después nacía de nuevo, y vaya que fuiste detallista. Justo con mi primogénita, ese regalo que me diste para aferrarme a la vida. De su mano me reencontré contigo, y en una danza de amor en el espíritu renacimos bajo las aguas de tu misericordia.

Hoy comprendo que cada camino de desierto, has hablado a mi corazón de manera extraordinaria, te he escuchado de formas inexplicables, para maravillarme en ti y admirar la manera en que me recuerdas cada día la amada hija que soy.

Agradecida y confiada de que mi corazón está sellado y guardado por ti y para ti.

Tu hija amada,

Patricia Minerva Reyna Liberato

27 -02- 2023

Senderos del Yo.

No hay camino que recorras dos veces y te deje la misma enseñanza.
Imagina recorrer este camino con almas que se graban en tu historia para hacer de las rocas, bosques y de la lluvia tu energía.
Elige bien los acompañantes de tu sendero, pues ello marcará tu vida de memorias inolvidables.
Fluye y llena tu vida del amor de Dios, de la naturaleza y el buen amor.

Patricia R.

A %d blogueros les gusta esto: